La escuela de Agroecología del MOCASE Vía Campesina, inicia su segundo cuatrimestre 2014 en territorio comunitario en resistencia. Crónica

La escuela de agroecología, espacio de formación de agroecólogos puesta en marcha en 2007, inició su segundo cuatrimestre del 2014 con la asistencia de 90 jóvenes de las provincias de Misiones, Salta, Jujuy, Córdoba barriada y comunidades campesinas indígenas en Santiago del Estero.
Luego de presentar el programa de la semana, de la ronda de presentación junto a quienes vinieron a visitar y los acuerdos de convivencias, los 90 compañerxs de la escuela partimos a la comunidad Hornos colorado del Pueblo Originario Guaycurú, quienes desde el 15 de agosto retomaron parte del territorio que un empresario del agronegocio pretende usurpar.

Al llegar en la comunidad Hornos colorados, hicimos una ronda de presentación con las familias compañeras y nos relataron lo que estaba sucediendo.
Ramón González, miembro de la comunidad dijo: “venimos siendo perseguidos hace mucho, el problema es desde el ’96 cuando empezaron a venir los sojeros. Mi papá iba a reuniones del MOCASE siempre, yo era chico.
En 2006 nos mandaban a la policía para detenernos. En 2003 entró en el territorio de la comunidad un empresario todo armado, trajo de 30 personas armadas, con tiros para asustar. Hemos resistido, sabiendo que teníamos el apoyo del movimiento. Resistimos y rescatamos el campo y lo corrimos a los usurpadores. Sin embargo el tipo no ha dejado de joder. Y finalmente dicen que le vende la tierra a Manaos, una empresa de bebidas”.
Finalmente cuenta: “Me han golpeado, me han pegado un tiro, me han hecho allanamientos a cualquier hora sin orden de juez, pero hemos estado firmes. Es muy importante que el movimiento nos acompañe en el momento de resistencia” concluyó.



Otro miembro de la comunidad, Beto dijo: “la lucha no es sola, es con el movimiento. Por eso estamos agradecidos de que estén aquí y para ayudar a recuperar el territorio. Pero la gente armada puesta por el empresario siguen aquí, dan vueltas, pegan tiros para asustarnos...Es difícil vivir…esta gente contrata otra gente que van mostrando armas por las casas, matando animales de las familias, robando”.
Reflexiona: “Hace 30 años la gente veía a la policía y les daba miedo. Hoy hay otra mirada. Antes la palabra era el documento. Nosotros conocimos el movimiento y hemos conocido los derechos y ahora exigimos esos derechos. Este campo ha tenido 4, 5 títulos – con plata se compran títulos. Pero estando unidos también se puede impedir que los saquen de las tierras donde se ha vivido por generaciones.
Contratan gente de los barrios pobres para enfrentarlos con campesinos.
Ahora se ha hecho un relevamiento, tenemos personería jurídica…pero como hay plata en el medio nunca se sabe cómo será el resultado. Nosotros hemos entregado todos los papeles ya”, concluye con su intervención.

Como la lucha por defender los derechos a la tierra no solo se da en Santigado del Estero contra el mismo empresario, la compañera Gloria aporta: “Orlando Canido (dueño de Manaos) también está en Jujuy, en Palma Sola. Llevan gente de Santiago para alambrar allá en Jujuy. Es el mismo tipo, la misma lucha” dijo.
Y sin ir más lejos un compañero hace referencia a que a 16 km al norte de Quimilí, en la comunidad indígena EL Tunal, también está Canido, así como en el Paraje San José, en el norte, en la comunidad indígena Sacha Sumaj Dto Alberdi y en la comunidad de Bajo Hondo Dto Juan Felipe Ibarra.

El joven Salteño Ariel dice: “veo muy fortalecidas las bases que tienen, la confianza que se tienen. Eso le da fuerza a la organización.
Somos preexistentes al Estado y tenemos que ejercer nuestros derechos, nosotros como pueblo Diaguita. No cualquiera se queda en estas situaciones. Hay que valorar la fuerza de base que tienen.”

La comunidad de Hornos Colorado del Pueblo Guaycurú, a unos 45 km al este de Quimilí, está en resistencia hace más de una semana, custodiando el territorio junto a otras comunidades de la central campesina indígenas de Quimilí, para impedir nuevamente el ingreso de máquinas topadoras, rolos y otras que son del empresario Canido.
Canido, como relatan los compañeros de Jujuy y varias localidades en Sgo del Estero, tiene innumerables denuncias por usurpación y turbación de posesión e invasión a territorios de Pueblos Originarios están relevados por el INAI.

La juventud de la escuela seguimos trabajando, previo almuerzo y recreo por las lagunas saladas que hacen parte del territorio de la comunidad Hornos Colorado. En ronda, sentados en la tierrita buena, escuchamos el testimonio de Patricia, militante egresada de Agroecología en el 2010, memoria viva del proceso de formación, con la alegría que la caracteriza nos dijo: “Queremos compartir la experiencia de cómo arrancamos la escuela, participando desde el movimiento, y un caso de cerca les cuento, fiero, pero lindo a la vez; cuando empezamos a pensar la Escuela de Agroecología (EA) y la posibilidad de que jóvenes no se vayan a otros lados sino que se quedaran en el campo, pensábamos cómo iba a ser esa escuela, las materias, pensábamos grupalmente. Un día llegué a la terminal de Quimilí, para reunirnos para pensar la escuela, y era un día de mucha helada, empecé a caminar y de repente me encontré en el suelo, en ese momento veníamos de varias noches defendiendo el territorio, parando topadoras, sin dormir. Cuando me levanta un compañero seguí caminando con la rodilla muy mal, así llegué hasta la rotonda y ahí me tiré porque no daba más. Al otro día cuando comenzamos las actividades, pensaba, ¿porque yo no pude terminar la escuela primara, entonces pensaba para quién estoy pensando esta escuela?
El 1er día de la escuela éramos como 45, nos encontramos con gente que nunca pensábamos juntarse. Fue muy loco ese colectivo lleno de afiches con actividades, al principio, y en el 2010 nosotros ya egresados. Era muy fuerte pensar: hoy soy egresada y el movimiento cumple 20 años (se emociona). Es tan grande la emoción y poder pensar para el futuro… yo me fui a los 7 años a Bs As y volví a los 12 años y me preguntaba por qué me vine, mis tíos me decían que me quedara allá (en Bs. As.) a trabajar, y después yo les contaba a mis tíos que había terminado la Escuela, que los medios nos hacían notas para saber cómo funcionaba la Escuela de Agroecología.
Y cuando reflexionamos “qué será el día de mañana” tenemos que pensar que el sistema no nos coma con la propaganda, con el consumismo. En Santiago cambió mi forma de vida. El movimiento a mí me ha cambiado, la forma de pensar, de expresarme, esas son muchas cosas que me ha dado el Movimiento” finalizó ante los fuertes aplausos de la compañerada.
Como tratamos siempre de practicar la paridad de género, escuchamos al compañero Gonzalo de la central de Pinto que nos contó: “siguiendo con la compartida, desde que nació (la escuela) hasta hoy, es otra cosa, es grande y tiene un montón de cosas, ha ido evolucionando y lo que va cambiando es un grupo, una persona, una familia; nos transforma a todos. Nos encontramos también experiencias de esa vuelta al campo. Eso que se viene haciendo de a poquito es un objetivo que buscamos, somos muchos y empezamos a sumar para hacer esa vuelta. Muchos compañeros que están en las ciudades han sido expulsados, de una manera u otra del lugar donde eran. Mi mamá tuvo que ir a trabajar en Bs As, ella iba a trabajar y volvía a su casa, hasta que se ha ido del todo, y de ahí cambió la vida, esos cambios que se dan en la vida, irse por trabajo, por cuestiones económicas, por la comida. Viví en Bs. As hasta los 15 años, ahí mi mamá decidió volverse porque quería estar donde nació.
Allá en Bs. As mi mamá sabía ir a los bailes donde se juntaban los santiagueños, ahí donde se juntaban empezaban a pensar lo que estaba pasando en Santiago, la situación de los campesinos, en ese momento, lo de la intervención de la provincia y se empezó a conocer, allá se charlaban esos temas, eso dio ganas de volver. Yo nací allá, pero yo digo que “volví” porque mi mamá se fue embarazada. Allá nos mudábamos de lado a lado, buscando el trabajo, con el sacrificio de esos años 90, estaba mal en todo, en la educación, el trabajo, la discriminación por no ser de allá, y después toda la crisis del 2000-2001, teníamos que ir a buscar la comida lejos, crecían los barrios. Como el sistema que dice la Patri, veíamos como llenaban la mente de la juventud, todas esas cosas las vivimos con mi familia, estaba pasando y se manifestaba en todo.
Venirme fue un gran cambio de vida, de forma de vivir, uno por ahí charla con la gente y decían “la vida en el campo es más linda”, uno donde vive (en la ciudad) la tiene que pelear en todo. Pero en el campo descubrimos que tampoco es fácil vivir, lo que más nos ha llenado es la mística de la organización. En 2005 fue que participé por primera vez solo, porque yo iba siempre con mi mama. En una reunión de central llegaron de Quimilí, Gustavo y Txesco a invitarnos al campamento y querían llevar a alguien para la previa, dijimos que sí y esa tarde nos fuimos. En Quimilí había montón de gente que nunca había visto. Recuerdo todo lo que pasó ese día porque ahí pensaba en todo lo que había vivido (en Bs. As.), venirme de la ciudad, largarme a un lugar que no conocía. Esa experiencia fue muy grande y de ahí empezó esa vida. Ese momento fue el que me marcó el cambio de la vuelta al campo y de ahí un proceso de formación hasta hoy, la organización me ha enseñado un montón de cosas: solidaridad, compañerismo, sentirme militante. Esos 3 años de la Escuela de Agro fueron muy importantes. Los 17 que terminamos esos 3 años, formamos la Escuela de Agroecología sin saber nada, vivir esa experiencia intensamente, como familia, como compañeros, y ver como se iban sumando más compañeros de otros lados.
Hoy la EA esta con cumpas que han vivido en los barrios y eso nos llena un montón, nos demanda mucha tarea y trabajo, porque es difícil convivir, esa mezcla ciudad-campo es para demostrarle al sistema que si se puede, que es posible. El sacrificio… ayer, con algunos cumpas (cuando estábamos en Pinto) charlábamos de un bolso parecido al de un compañero, Román, y nos acordábamos de cómo Román hacía 40km en bicicleta, ese cumpa venía y a la vuelta de la escuela, capaz estaba 2 o 3 días sin poder volver a la casa, porque llovía. Nosotros venimos porque nos sentimos parte de esto, venimos porque hay algo adentro que nos mueve. Muchos han quedado en el camino. La experiencia se puede dar a conocer por medio de testimonios, porque cada testimonio es diferente, eso ayuda a sumar.
La EA es producto de los años que se viene construyendo, va cambiando y esa vuelta al campo es muy linda” concluyó Gonzalo un cumpa que ama tocar la guitarra y componer montarasmente sus canciones junto a la changada.

Luego del rescate de la vivencia y testimonio de Patricia y Gonzalo nos aprestamos a trabajar colectivamente, sobre nuestras expectativas como jóvenes en las organizaciones campesinas indígenas y barriales, nuestros sueños, esperanzados que con la mística del movimiento podemos seguir andando huellas que iniciaron nuestros viejos y nuestras viejas sabias del monte.

¡ En el campo y en la ciudad la lucha no descanza, juventud organizada el pueblo avanza!