El reclamo campesino llegó a la ciudad

SE CELEBRA EL PRIMER CONGRESO DEL MOVIMIENTO NACIONAL QUE NUCLEA A FAMILIAS RURALES


Representantes de la organización deliberan en Buenos Aires sobre los obstáculos y desafíos en la lucha por la tierra. 
 

La voz invisible del interior rural, la de la vida comunitaria, la voz indígena y campesina, la de los montes y las huellas, la que no se escucha cuando se habla de retenciones o de glifosato, de exportaciones o de soberanía alimentaria, se multiplica por estos días donde atienden los que mandan. Unos 2000 hombres y mujeres, que viven de la tierra, en la tierra, festejan, en Buenos Aires, desde el viernes y hasta el martes, el primer Congreso del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), integrado por 20 mil familias con una acción territorial que implica a otras 80 mil a lo largo del país. Y llegaron con una agenda cargada: el jueves se mostraron en el Congreso de la Nación, el viernes participaron en las discusiones dentro de un encuentro de la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), seguirán en estas horas con debates y enhebrando propuestas, y el martes cerrarán con un recital con feria alimentaria en la mismísima Plaza de Mayo.
EL MNCI es un caso raro. Una organización con apenas siete años. Un movimiento sin una orga política detrás. Que creció a pasos largos y tiene conexiones regionales e internacionales con la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo y la Vía Campesina. Un espacio cuyas destrezas –aprendidas a la fuerza– están relacionadas con la lucha por la tierra. Una batalla invisible pero feroz. Con los empresarios y las autoridades judiciales y políticas alineadas del mismo lado, del lado de enfrente.
El MNCI, sin embargo, llega a su primer Congreso con la convicción de que algunas cosas cambiaron para bien en los últimos tiempos. “Se ha abierto en la Argentina, curiosamente, desde la soja y las retenciones, el debate político. Se empiezan a abrir los ojos en la cuestión de los alimentos, se empieza a ver que no es lo mismo un modo de producción que otro. Que tenemos que discutir qué comemos y quién nos provee esa comida. Hay que dar ese debate. Porque comer nos cruza a todos. La alimentación es un debate central. No nos interesa el vedettismo, pero sí contribuir a un debate central. Que nuestros legisladores se den cuenta que es un discusión clave”, le destacó a Tiempo Argentino, Ángel Strapazzón, dirigente del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (que surgió como respuesta a la fuerte ofensiva de los días negros del juarismo).
A pesar de esos cambios políticos positivos, que para los miembros del MNCI son, al menos, “un principio”, la visión que los campesinos tienen de la Argentina rural es demoledora. “Los agronegocios y las transnacionales continúan el despojo, arrasando bosques y montañas para llevarse nuestros bienes naturales, dejando suelos depredados, aguas contaminadas, desempleo, enfermedades y hambre. Continuando con un éxodo rural que sigue alimentando megalópolis insostenibles, donde la marginalidad provoca guerras sin sentido, donde la cultura del consumismo genera demandas energéticas que son imposibles de satisfacer sin destruir nuestro planeta”, dicen en su último documento. Y más: “Hoy el modelo económico sigue concentrando las ganancias en un sector privilegiado, mientras que las mayorías nos encontramos en la pobreza. La tierra está cada vez más concentrada y los terratenientes y agroempresarios nucleados en entidades con historia de genocidio como la SRA y la CRA usan nuestro territorio en función de las necesidades europeas y sólo pensando en maximizar aun más sus desproporcionadas ganancias.”
Los campesinos de Córdoba, Santiago del Estero, Mendoza, Jujuy, San Juan, Salta, Neuquén y Buenos Aires, acompañados por organizaciones sociales de otras provincias, ratificarán, una vez más, la lucha por la reforma agraria y la soberanía alimentaria. “En defensa de las semillas campesinas indígenas, por la naturaleza y la Madre Tierra, por la vida campesina e indígena, por la vuelta de los pobres de las ciudades al campo”, destacan. Quieren una nueva sociedad. Y por eso es que viven en su tierra. Pero andan de acá para allá.