COMUNICADO CONFLICTO LA PENCA (Departamento Río Seco)
UNA NUEVA FINAL ENTRE CAMPESINOS Y SOJEROS

Campesinos del norte cordobés enfrentan al modelo sojero con el TSJ como árbitro

Ocho familias poseedoras del paraje La Penca reivindican el derecho a la tierra. Están imputadas de usurpar el campo que habitaron desde hace tres generaciones. Tienen una sentencia en contra del tribunal de Dean Funes. Pueden perder el campo y  tienen una pena de prisión condicional de entre ocho meses y dos años.

En los alrededores de Sebastián Elcano, departamento Río Seco, el paisaje anida signos de devastación. Algunas imágenes remiten a un temprano Apocalipsis desértico. Las imágenes muestran bestiales maquinarias agrícolas que dejan nubes de humo al atravesar los caminos guadalosos. Se asemejan a los tanques bélicos desfilando por los territorios conquistados.

Los hornos de carbón se ven como deprimidos en la desolación desmontada de una planicie que parece interminable; quizás el día de mañana alguien proponga importar madera para poder reactivarlos.

Sin embargo, en esas llanuras chaqueñas que supieron poblar miles de familias nativas, otras venidas del norte y alguna medio gringona venida del sur, todavía existe la opción y la voluntad de remediar la tierra y dar vida.

Sobre la polvorienta Ruta 21 alejándose unos ocho kilómetros de Elcano, en una de las picadas que se abren hacia el norte, hay un cartel añoso escrito sobre un disco de arado que reza “ESCUELA LA PENCA3 kilómetros”. Hace alrededor de sesenta y cinco años, Doña Elina Viuda Belén de Olivera donó la tierra para que se montara allí el establecimiento educativo. Allí, su hijo Walter, aprendió a leer y a escribir.

Por esas cosas de la vida, en julio de 2010, los ocho hijos y la esposa de Walter Olivera esperan que la justicia les permita continuar con el legado civilizatorio.

Los Olivera saben de cuna lo que es luchar por transformar la realidad. Don Walter y sus hijos, con pico y pala cavaron una acequia de más de veinte kilómetros para que llegara el agua a la comunidad, construyeron caminos vecinales y se pusieron al frente de cuanto trabajo fuera necesario para mejorar las condiciones de vida de los campesinos que elegían desarrollar sus vidas allí.

Después de la muerte de Don Walter, sus ocho hijos continuaron transformando ese territorio difícil y esquivo en un vergel. Vacas, cabras, ovejas, chanchos, gallinas, pavos, patos y hasta ñandúes conviven con zapallos, calabazas, coreanitos, maíces y sorgos, con un tupido monte que sirve como testigo y juez de la amistad entre el hombre y la naturaleza. Los Olivera dan de comer. Trabajan de sol a sol para dar de comer. A esa manera de trabajar para sí y para los demás alguien le puso nombre: SOBERANÍA ALIMENTARIA.

Pero la armonía siempre encuentra comedidos que pretenden sepultarla. En marzo de 2004 Lucía Lazarte, viuda de Don Walter, y su nuera Verónica sintieron un ruido aterrador que se acercaba. Eran topadoras que venían abriéndose camino ante al resistencia de algarrobos y quebrachos. Solo Lucía y Verónica lograron parar las máquinas cuando se acercaban a destruir las viviendas. Los hermanos Muñoz, empresarios sojeros de la ciudad de Córdoba, pretendían ocupar por la fuerza el campo. Cuando a la resistencia se sumó el resto de la familia, las máquinas se retiraron.   

Con el tiempo, la pelea se trasladó al ámbito de los Tribunales de Deán Funes. Como para no desentonar, los jueces volvieron a mostrar su simpatía por las virtudes despobladoras del modelo sojero interpretando las leyes “para el lado de los tomates” (o reconfigurando el dicho popular: “para el lado de la soja”) Es que, una vez más, una familia que vivió por más de cien años en su tierra, fue culpada por un tribunal de usurpar su propio campo. Vale aclarar que los jueces Serafini, Elías y Ruiz, quienes dictaron la sentencia, fueron los encargados, entre otras causas, de absolver a los hermanos Scaramuzza en el caso de Doña Ramona Bustamante.

Mañana, le toca al Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba, decidir el destino de la familia Olivera y su campo. En la sentencia está en juego la libertad de cinco integrantes de la familia Olivera y el porvenir del campo. La opción para los jueces debería ser clara: criminalizar a los poseedores ancestrales o defender la vida campesina, desierto o soberanía alimentaria.

Convocamos al pueblo cordobés a defender el modelo de la vida el viernes 30 a las 9 horas en Plaza de la Intendencia.

¡GLOBALICEMOS LA LUCHA, GLOBALICEMOS LA ESPERANZA!

¡SOBERANÍA ALIMENTARIA YA!

Unión Campesina del Norte (UCAN)

Movimiento Campesino de Córdoba (MCC)

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