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“El agronegocio es la producción en gran escala, en monocultivos, empleando muchos agrotóxicos y maquinaria. Usan venenos para eliminar las otras plantas y no contratar mano de obra. Con ello, destruyen la biodiversidad, alteran el clima y expulsan cada vez más familias de trabajadores rurales.”
por João Pedro Stedile
Los portavoces de la gran propiedad y de las empresas trasnacionales están muy bien pagados para hablar y escribir, todos los días, que en Brasil ya no hay más problemas agrarios. Por fin, la gran propiedad está produciendo mucho más y teniendo más beneficios. Por tanto, el latifundio ya no es un problema para la sociedad brasileña. ¿Será verdad?
No voy a abordar el tema de la injusticia social de la concentración de la propiedad de la tierra, que hace que apenas un 2%, o sea, 50.000 terratenientes, sean dueños de la mitad de toda nuestra naturaleza, mientras que tenemos cuatro millones de familias sin derecho a ella.
Voy a hablar de las consecuencias para usted que habita en la ciudad, de la adopción del modelo agrícola del agronegocio. El agronegocio es la producción en gran escala, en monocultivos, empleando muchos agrotóxicos y maquinaria. Usan venenos para eliminar las otras plantas y no contratar mano de obra. Con ello, destruyen la biodiversidad, alteran el clima y expulsan cada vez más familias de trabajadores rurales.
En la cosecha pasada, las empresas transnacionales, y son pocas (Basf, Bayer, Monsanto, Du Pont, Syngenta, Bunge, Shell Química...), celebraron que Brasil se transformó en el mayor consumidor mundial de venenos agrícolas. ¡Fueron vertidos 713 millones de toneladas! Una media de 3.700 kilos por cada brasileño. Estos venenos son de origen químico y permanecen en la naturaleza. Degradan el suelo. Contaminan las aguas. Y, sobre todo, se acumulan en los alimentos. Los cultivos que más usan venenos son: caña de azúcar, soja, arroz, maíz, tabaco, tomate, papa, uva, fresas y hortalizas. Todo esto dejará residuos en su estómago. Y en su organismo afectan a las células y algún día pueden transformarse en cáncer.
Pregunten a los científicos de nuestro Instituto Nacional del Cáncer, centro de referencia de la investigación nacional, ¿cuál es el principal origen del cáncer después del tabaco?
La Anvisa (Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria) denunció que existen en el mercado más de veinte productos agrícolas no recomendables para la salud humana. Pero nadie coloca un aviso en los rótulos de los alimentos, ni los retira de las estanterías. Antiguamente era permitido que la soja y el aceite de soja tuviesen apenas 0,2 mg/kg de residuos del veneno glifosato, para no afectar a la salud. De repente, la Anvisa autorizó que los productos derivados de la soja pudiesen tener hasta 10,0 mg/kg de glifosato, 50 veces más. Ello ocurrió ciertamente por presión de la Monsanto, pues el residuo del glifosato aumentó con la soja transgénica de su propiedad.
Eso mismo está aconteciendo ahora con los derivados del maíz. Después que fue aprobado el cultivo de maíz transgénico, lo que aumenta el uso de venenos, quieren ampliar la posibilidad de residuos del 0,1 mg/kg permitido actualmente para 1,0 mg/kg.
Existen otros muchos ejemplos de las consecuencias de los agrotóxicos. El doctor Vanderley Pignati, investigador de la UFMT (Universidad Federal de Mato-Grosso), reveló en sus pesquisas que en los municipios que tienen gran producción de soja y uso intensivo de venenos los índices de abortos y malformaciones de fetos son cuatro veces mayores que la media del Estado.
Nosotros hemos defendido que es preciso valorizar la agricultura familiar, campesina, que es la única que puede producir sin venenos y de manera diversificada. El agronegocio, para tener escala y grandes beneficios, sólo consigue producir con venenos y expulsando a los trabajadores para las ciudades.
Y usted paga la cuenta, con el aumento del éxodo rural, de las "favelas" y con el aumento de la incidencia del veneno en su alimento.
Por eso defender la agricultura familiar y la reforma agraria, que es una forma de producir alimentos sanos, es una cuestión nacional, de toda la sociedad. No es más un problema de los sin tierra. Y es por eso que cada vez que el MST y Vía Campesina se movilizan contra el agronegocio, las empresas transnacionales, sus vehículos de comunicación y sus diputados y senadores nos atacan tanto. Porque están en disputa dos modelos de producción. Está en disputa a qué intereses debe atender la producción agrícola: ¿tan sólo el beneficio, o la salud y el bienestar de la población?
Los ricos saben de lo que estamos hablando y tratan de consumir sólo productos orgánicos. Y usted precisa decidirse. ¿De qué lado está?
7 de octubre de 2009.